Si cada vez que os intentáis comunicar acaba desembocando en discusiones explosivas o silencios incómodos; si sueles vivir rabietas frecuentes o adolescentes que reaccionan con ira o aislamientos; si habéis sufrido separaciones, mudanzas, cambios de colegio, etc.; si nunca os sentís cómodos para compartir emociones sin que haya juicios de por medio… Está claro que hay un problema que hay que trabajar de raíz si quieres recuperar tu vínculo familiar.